Los datos globales que tenemos a nuestra disposición indican que el cambio climático y sus impactos son tres de los principales riesgos estructurales. Estos efectos afectan tanto al sector público como al privado. La primera cuestión relacionada con la innovación es una invitación para que las empresas vean el riesgo del cambio climático como una oportunidad. No estamos hablando de escenarios apocalípticos, ya que si fuera así, simplemente nos daríamos por vencidos en la lucha contra el cambio climático. Todo lo contrario: el sector privado puede desempeñar un papel propositivo y activo en la transformación económica.
Esta transformación tiene muchos nombres: economía circular, economía baja en carbono, entre otros. El mundo necesita reconstruir y rediseñar su forma de producir y consumir bienes y servicios para reducir la huella de carbono y ofrecer una calidad de vida más sostenible en sus ciudades. La transición verde no se trata de incentivos y subsidios, sino de una colaboración directa entre productores y consumidores con el objetivo común de vivir de manera más sustentable y verde en las décadas venideras