Para tomar decisiones más acertadas en la realidad, necesitamos dos enfoques. Por un lado, debemos desarrollar una mente analítica bien entrenada. Por otro lado, también debemos cultivar la intuición, que también se puede desarrollar. Sin embargo, cuando hablamos de intuición, nos encontramos con una pregunta: ¿podemos controlarla o provocarla? Es un proceso que simplemente pasa y es complicado de controlar. Pero podemos poner las condiciones necesarias para que se genere.
No obstante, hay dos cosas que podemos hacer. En primer lugar, debemos establecer las condiciones adecuadas para tomar decisiones racionales. Debemos pensar y resolver problemas, lo anterior activa nuestra mente analítica. Por otro lado, en situaciones estratégicas en donde no necesitamos pensar tanto, sino más bien sentir hacia dónde deben ir las cosas, nuestra intuición puede surgir.
Además, es crucial aprender a dar un paso atrás y apagar el ruido de nuestra mente racional. Estas dos mentes funcionan simultáneamente, y si permitimos que la mente racional domine, solo escucharemos nuestros propios pensamientos y resolveremos problemas utilizando análisis que ya conocemos.
Hay un segundo elemento: dar un paso atrás y relajarnos para permitir que nuestra mente intuitiva trabaje con los datos e información que tenemos. En algún momento, esa intuición puede surgir de manera inmediata, proporcionándoles un sentido o brújula para nuestras decisiones.
Al final del día, necesitamos ambas mentes: la analítica y la intuitiva. Si queremos lograr resultados en nuestras decisiones estratégicas, estas dos mentes deben trabajar en conjunto. Podemos pensar en ello como un sistema de semáforo para saber si estamos en el camino correcto o incorrecto.
Cuando nuestra razón nos dice “sí” y nuestra intuición también está de acuerdo, es como un indicador verde. Sin embargo, las cosas se vuelven interesantes cuando la intuición dice “sí” y el análisis dice “no”. En ese caso, debemos prestar más atención. Quizás sea necesario indagar más en los números, los escenarios y asegurarnos del camino que vamos a tomar.
Por otro lado, si el análisis dice “sí” pero nuestra intuición no está convencida, es importante hacer una pausa y reflexionar sobre lo que esa intuición nos está diciendo. A veces, lo que no vemos a simple vista puede ser crucial para tomar decisiones acertadas.