Los cambios como las novelas tienen principio, nudo y final, sin embargo, hay un secreto que muy poca gente te dice, y es que en los cambios estos tres elementos vienen al revés. En las novelas hay un inicio, una estación que se plantea, que se va complicando hasta que llegue el nudo, y eventualmente ese nudo tiene un clímax y un final, un cierre, un desarrollo. En los cambios al revés tenemos que cerrar una etapa existente que ha estado ocurriendo y que tenemos que ponerle un término. Después viene el nudo, que es la crisis de incertidumbre, lo que estamos enfrentando, para lo cual quizá sentimos que no estamos preparados o que nos abruma, y después de eso viene una consolidación y con ello el inicio de algo nuevo, algo diferente.
El cambio implica cerrar primero algo existente, enfrentar la incertidumbre y después iniciar algo nuevo. Por eso en el cambio las etapas están al revés. Primero el fin, luego el nudo y al final el inicio.
Si tenemos una situación que nos demanda cambio, pero nos vemos muy vinculados a ella, vamos a resistirnos de manera natural, porque hemos incorporado esa situación existente en nuestra definición.
Hay que aprender de pronto a buscar fuerzas, tanto de repulsión como de atracción, no quedarnos solo con una. No te cambies solo porque el césped del otro lado se más verde, pero tampoco porque el tuyo es más amarillo, busca las dos, se necesita un balance. Hay que aprender a cerrar primero, cerrar implica enfrentar un duelo, hay duda, angustia e incertidumbre; los duelos implican que las personas nos enfrentamos a un elemento que está terminando y aceptemos su final.
Aceptar los cambios, implica cerrar y saber cerrar. Es decir, saber decir adiós, aceptar y agradecer los beneficios que tuviste, los aprendizajes, saber agradecer los elementos negativos, porque de ahí se construye tu personalidad.
Cuando tú quieres que tu equipo cambie, ponte en sus zapatos, ponte en términos de lo que están perdiendo, de los beneficios. No basta con que haya fuerzas de atracción, también tiene que dar fuerzas de repulsión, es necesario preguntarnos ¿por qué vale la pena cambiar?, ¿por qué lo que estamos haciendo?, ¿ya no está generando valor?, ¿qué necesitamos como compañía o como empresa?.
Es necesario pensar en los beneficios para el cliente, para la empresa y para las personas concretas. Es más fácil desprendernos de las cosas que estamos haciendo, que ya no son relevantes y aprender a abrazar los cambios haciendo este ejercicio, pues hay que aceptarlo como lo hacíamos de pequeños, cuando eres joven, el cambio es algo natural, porque crees todo el tiempo; con el tiempo, con la edad se busca la estabilidad porque sabes que eso te da solidez, pero la solidez implica también estar abierto, irse adaptando a cambios que van llegando.