Si el hombre actual no es libre es porque en aras de conservar su libertad pareciera decidir no ejercerla, en una especie de parálisis por análisis. Y con tal de no comprometerse, prefiere entregarse a la esclavitud de sus potencias inferiores: de la satisfacción de sus impulsos, del placer inmediato de las sensaciones agradables, de su pobre y limitado concepto de verdad. Pareciera que ha elegido ser un espectador del mundo que le toca vivir por miedo al compromiso. No hay nadie menos libre que un adicto, y en el mundo actual hay una enorme adicción a las sensaciones y las emociones.
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Hugo Cuesta Leaño
CEO de Cuesta Campos Abogados y conferencista invitado de IPADE