Liderazgo al límite.- El 19 de enero de 1915, el barco Endurance al mando de Sir Ernest Shackleton quedó atrapado en el hielo en el mar de Weddell. La expedición tenía el objetivo de cruzar la Antártida, después de que el explorador noruego Roald Amundsen había llegado al Polo Sur. Shackleton escribió: “El descubrimiento del Polo Sur no será el fin de la exploración antártica. El siguiente trabajo es un viaje transcontinental, de mar a mar, cruzando el Polo.”
Sin embargo, al quedar su embarcación atrapada, su misión se vio cancelada y un nuevo objetivo quedó en la mente de Shackleton: hacer que su tripulación (de 28 personas), regresara con vida a Inglaterra. Esto dio inicio a una de las gestas de supervivencia más impresionantes en la historia de la humanidad. Una odisea que duró 20 meses en uno de los climas más agresivos del mundo. Finalmente, Shackleton logró su objetivo: todos los tripulantes regresaron a casa y nadie falleció.
Es en estas épocas de crisis en las cuales el liderazgo es aún más necesario, las lecciones que Shackleton nos dejó, a más de cien años de distancia, vuelven a tomar fuerza. El liderazgo más que una ciencia es un arte, como bien podemos intuir. No hay un proceso infalible que seguir, pero sí podemos reflexionar sobre ciertas actitudes y comportamientos que un líder debe seguir en momentos complicados. Esto es lo que Shackleton demostró y nos legó.
El arte de liderar en una crisis, es el arte de manejar las paradojas. Es muy fácil que las personas asuman posturas extremas en momentos complicados y es precisamente donde el líder debe aparecer y guiar adecuadamente a otros. Shackleton manejó muy bien estas paradojas.
LIDERAZGO AL LÍMITE
Un primer aspecto que se puede presentar es la parálisis. Muchos de sus tripulantes pensaban que no tenía sentido moverse, si de cualquier forma iban a morir. Shackleton fue tomando decisiones adecuadas de corto plazo, con base en las circunstancias de cada momento y mantuvo en movimiento a la gente. El otro riesgo es caer en un activismo desenfrenado, hacer cosas sin pensar adecuadamente, simplemente porque “hay que hacer algo”. En este sentido, lo importante es tener claro hacia dónde se deben dirigir esos esfuerzos. Shackleton siempre tuvo en mente el objetivo a lograr y hacia dónde debía conducir a su gente. Y lo más importante, lo comunicaba con claridad.
Esta es la primera paradoja: ejecutar, actuar, tomar decisiones adecuadas de corto plazo, pero siempre con una visión de largo plazo, con un objetivo claro que alcanzar y un rumbo definido al cual dirigirse.
Un segundo aspecto del liderazgo al límite tiene que ver con un tema que ya se anticipaba desde antes. Cuando la situación está mal, se puede pensar que no tiene sentido luchar. Se puede caer en el pesimismo. Shackleton siempre demostró un desbordante optimismo, a pesar de que, en ocasiones tuviera sus dudas internas. Ante su gente siempre mando un mensaje de “lo lograremos”. Por otro lado, es preciso señalar que muchas veces un optimismo exagerado puede conducir a situaciones de mucha frustración, si la realidad dice otra cosa, contraria a las promesas hechas. Por tanto, es importante ser positivos pero al mismo tiempo muy realistas, tener en todo momento los pies sobre la tierra. Shackleton lideraba “desde las trincheras” y estaba perfectamente consciente de la situación que vivía. Mantenía a su gente alerta y enfocada en sobrevivir cada día.
Aquí está la segunda paradoja: nunca perder el optimismo y siempre mandar un mensaje positivo, pero al mismo tiempo estar perfectamente consciente de la situación que se vive, para actuar en consecuencia. Al mismo tiempo necesitamos aceptar lo que hay, pero sin perder la convicción de que se alcanzarán las metas, de que se superará la adversidad presente, no siempre sabiendo cuándo ni cómo, pero con esa profunda convicción de que se llegará a la meta, de que sí se saldrá adelante.
Muchas más lecciones nos dejó Sir Ernest Shackleton, por lo que les recomiendo la lectura del libro de Dennis N.T. Perkins titulado: Leading at the Edge, donde propone 10 estrategias para superar “un reto extremo”:
Nunca pierdas de vista el objetivo último y enfoca tus energías en los logros de corto plazo.
Da ejemplo, con comportamientos y símbolos visibles y memorables.
Contagia optimismo y confianza, pero mantén los pies sobre la tierra.
Cuídate, conserva tu energía y deja el sentimiento de culpa atrás.
Refuerza el espíritu de equipo constantemente: “Somos uno, sobrevivimos o morimos juntos”.
Minimiza las diferencias e insiste en la cortesía y respeto en el trato.
Maneja el conflicto, libera el enojo en pequeñas dosis, compromete a los disidentes y evita las luchas de poder innecesarias.
Encuentra algo para celebrar y algo para reír.
Está dispuesto a tomar el gran riesgo.
Nunca te des por vencido, siempre hay otra posibilidad.
Espero que estas ideas inspiren a nuestros líderes que deben, sin duda, guiar a las personas a buen puerto con liderazgo al límite y lograr que todos superen, juntos, los retos que se nos presentan.