Nosotros, cuando enfrentamos los retos de la vida, -esos que según la filosofía estoica nos hacen crecer-, hay una prueba irrefutable para distinguir si nos estamos poniendo en el papel de víctima o de protagonista.
Esta prueba es la pregunta que nos planteamos frente a la adversidad. Si te preguntas ¿Por qué a mí?, ya de entrada estás instalado en el papel de víctima, con todos los riesgos que eso implica. Por eso es tan importante que la pregunta que surja del corazón ante las pruebas de la vida sea más bien: ¿Para qué a mí?
Si es esta la pregunta que te haces, de entrada, ya diste un gran paso, porque estás asumiendo la actitud del protagonista de la solución de tu problema. Estás entendiendo que detrás de esa adversidad hay una razón y que está en ti no solo descubrirla, sino usarla para convertirte en una mejor persona.