En el ámbito empresarial, una de las reglas fundamentales para los fundadores es no dejar problemas sin resolver. Sin embargo, en la práctica, muchos se enfrentan a dilemas internos difíciles de abordar. Mientras algunos líderes se preparan con anticipación en temas clave como el gobierno corporativo y la gestión de empresas familiares, otros adoptan una postura más pasiva, convencidos de que aún tienen tiempo de sobra.
Frases como “Todavía soy joven, no es necesario iniciar un proceso de sucesión” se repiten con frecuencia. Pero el tiempo avanza, y cuando finalmente reconocen la necesidad de actuar, muchas veces ya es demasiado tarde. En retrospectiva, surge el arrepentimiento por no haber tomado decisiones estratégicas a tiempo ni haber contado con la orientación adecuada desde el inicio.
Planificar la sucesión no es solo una tarea administrativa; es un acto de visión y liderazgo responsable que puede marcar la diferencia entre la continuidad o el estancamiento de una empresa familiar.