Un error histórico en los sistemas políticos es autodenominarse como democracia solo por el hecho de efectuar procesos electorales, aunque esto es cierto parcialmente. Las elecciones son importantes porque las estructuras democráticas modernas se denominan así solo si son representativas y participativas.
Una democracia plena, en sentido estricto, no existe en ningún país del mundo. Es más, se podría decir que es un proceso inacabado y permanente con modificaciones a las instituciones y conductas de los individuos. La democracia mexicana actual es defectuosa y su gran falla se encuentra, no en los procesos electorales, sino en la ausencia de un Estado de Derecho en todos los ámbitos.
¿Es mejorable la democracia mexicana?
Para que la democracia mexicana mejore, las élites deben asumir su responsabilidad para lograr los cambios necesarios. Requerimos una sociedad responsable, participativa y con cultura de legalidad.
Los gobiernos por sí mismos no se autogeneran o se autorreconstruyen. Las acciones de quienes tienen el poder económico y político son los únicos que verdaderamente podrían hacer algo al respecto.
En el caso mexicano las élites económicas tienen una alta responsabilidad para la construcción de la democracia porque los políticos dejarán atrás sus prebendas y sus beneficios espurios en el momento en que el poder económico lo desee.
Una verdadera democracia pasa por la construcción de un sistema político de pesos y contrapesos más un consenso mínimo. Este es y debe ser el valor fundamental de convivencia social nacional. Son estos dos aspectos, me parece, los que todavía están muy lejos de su consolidación.
Reforma electoral funcional
Las alternancias de 2000 y 2012 en México no han servido de mucho. Las reformas en materia electoral fueron importantes porque han hecho más confiable y transparente nuestro sistema.
Sin embargo, no han sido suficiente estímulo para la modificación del resto de la estructura y llevarlo a una democracia mexicana plena. Posiblemente, los ajustes más importantes que requiere el sistema electoral son:
Verdadera reelección consecutiva en todas las instancias.
Segunda vuelta – ejecutivo.
Transitar hacia un sistema semiparlamentario.
Mecanismos transparentes para los procesos internos de los partidos políticos.
Reducción de “plurinominales”.
Los cambios más relevantes en una reforma sería ver que todos los involucrados rindan cuentas y que el sistema de responsabilidades funcione. No sirve reformar en materia electoral, si no se ataca la impunidad de fondo.
Políticos con valores
El sistema electoral en los últimos años se ha vuelto rehén de sus propios actores: los partidos políticos. Ellos han hecho y deshecho las reglas del juego a su conveniencia dejando atrás el espíritu democrático y con la complicidad del poder económico, han hecho lo que han querido del INE, echado a la basura ese espíritu que vivía nuestro sistema con el IFE de 1997.
Mientras no demandemos congruencia de los políticos, veremos que no se construirá una ciudadanía responsable ni un país mejor. Necesitamos personas auténticas, transparentes y con valores.