Recientemente, en un viaje de trabajo a Monterrey, noté un inusual número de estadounidenses hospedados en el hotel donde me encontraba. Por curiosidad pregunté a uno de ellos si es que habría algún congreso al cual venían todos. Su respuesta fue negativa. Me dijo que él también había notado lo mismo pero que en realidad todos estaban ahí por distintos proyectos; “están pasando muchas cosas en Monterrey”, me comentó.
Un simple trayecto hacia o desde el aeropuerto de Monterrey bastará para notar que, efectivamente, están pasando cosas. Se puede advertir mucho movimiento y nuevas naves industriales en vías de construcción. Pero no solo se trata de Nuevo León. Situaciones similares se están viviendo en otras regiones del país. El llamado fenómeno del “nearshoring” parece ser más evidente para el ciudadano de a pie.
Un informe de Newmark sobre el mercado de naves industriales en América Latina pone a Monterrey, Tijuana, Guadalajara y Ciudad de México como cuatro de las regiones con mayor dinamismo. El mismo informe señala que la tasa de disponibilidad de las primeras tres ciudades es incluso menor a 1%, de las más bajas de la región.
De acuerdo con la Secretaría de Economía, durante el 2022, México recibió 35 mil 292 millones de dólares de inversión extranjera directa, la cifra más alta desde 2015. Aún más, alrededor de 12.7% de esa inversión fue destinada hacia el sector de manufacturas, ¿será lo anterior una señal del fenómeno de nearshoring o, en otras palabras, el regreso de la manufactura hacia Norteamérica?
Desde la apertura del libre comercio en distintas regiones del mundo, las cadenas de proveeduría han tendido claramente hacia un desarrollo de carácter global. A partir de la década de los 90, China y el sureste asiático, se beneficiaron enormemente del movimiento de offshoring, es decir, una relocalización de los activos productivos de empresas norteamericanas que buscaban un menor costo de mano de obra.
Pero el costo laboral no es el único factor para relocalizar producción. Otros factores como el costo de transporte (en relación con la densidad de valor del producto), aranceles y tratados comerciales juegan un rol importante en la decisión. Así pues, las cadenas globales de producción se han sabido mover en medio de un delicado balance entre todas estas variables.
En 2020, sin embargo, la operación de las cadenas logísticas internacionales cambió drásticamente. Por el encierro o enfermedad del personal, muchos puertos tuvieron que parar operaciones o bien no había suficientes choferes para mover cargas. A finales de 2020, una reactivación relativamente rápida de las economías desarrolladas llevó a un aumento repentino de la demanda y, con ello, una mayor demanda de transporte marítimo que ocasionó un encarecimiento de la renta de contenedores. Sumado a lo anterior, la inestabilidad política en la relación Estados Unidos-China, ha venido propiciando una mayor restricción en el comercio entre ambas naciones que parece no será resuelto en el corto plazo. Así pues, ese delicado balance, con el que han estado operando en las últimas tres décadas las cadenas globales de proveeduría, parece estar cambiando.
Ante la necesidad de una mayor estabilidad y capacidad de respuesta, México, con su cercanía al mercado estadounidense, se puede estar convirtiendo en una posición clave para relocalizar activos productivos. Estaríamos hablando de una suerte de reshoring y nearshoring, pues no solo se trata de inversiones estadounidenses, sino también canadienses, alemanas y hasta chinas, entre otras, que ven en México un destino apropiado para relocalizar producción, aprovechando costos laborales y la gran ventaja de ser parte del tratado comercial más grande del mundo.
Se trata, quizá, de la mejor oportunidad que haya tenido el país en décadas para capitalizar estas inversiones y traducirlas en crecimiento y en empleos nuevos y mejor pagados. Una política industrial que dé claridad, certeza a los inversionistas extranjeros y que privilegie bajos impactos socioambientales será sin duda un componente clave para lograrlo.
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN: EL UNIVERSAL