En México, muchos empresarios combinan los roles de propietarios e inversionistas con el de líderes operativos, lo que los coloca en una posición única: decidir entre tomar riesgos con metas magnánimas buscando objetivos altos o poner metas pequeñas aspirando a la seguridad financiera.
El riesgo, inherente a la vida humana, ha sido explorado por filósofos como Kierkegaard, quien lo asocia con el acto de fe en nuestras decisiones más auténticas, y Aristóteles, quien lo vincula con la virtud de la sabiduría práctica. En el ámbito empresarial, el riesgo no solo se enfrenta, sino que se transforma en una oportunidad para liderar.
Para Carlos Llano, “el riesgo es el oficio del empresario”. El fundador del IPADE explicaba que, ante el peligro, la mayor dificultad es evaluar sus dimensiones reales, y es ahí donde un empresario se diferencia de otros oficios. Mientras el burócrata busca refugio en la seguridad de su organización y el inversionista protege su capital retirándose al primer indicio de turbulencia, el empresario asume el riesgo como parte inherente de su labor. En 2025, este dilema cobra mayor relevancia, ya que el entorno está marcado por la incertidumbre global, la inestabilidad política y las profundas transformaciones tecnológicas que redefinen las reglas del juego empresarial.
Confianza y optimismo empresarial: el estado del empresario mexicano
La segunda Encuesta de Expectativas Empresariales del IPADE 2024, muestra una radiografía clara del empresario mexicano. Según los resultados, únicamente el 8.1% de los encuestados considera que la situación económica actual es mejor que hace un año, mientras que el 33.4% prevé que esta se mantendrá igual en los próximos 12 meses.
Sin embargo, cuando el análisis se enfoca en la confianza en sus propias organizaciones, el panorama cambia. El 62.5% de los empresarios espera crecer este año: el 44.4% proyecta un alza de hasta el 10% en sus ventas, mientras un 16.4% prevé entre el 10% y el 50%, y solo un 1.7% más del 50%
Los datos reflejan la resiliencia del empresario mexicano, cuya confianza en su capacidad de liderar contrasta con el escepticismo hacia el entorno nacional.
Un entorno económico lleno de retos
Según la encuesta del IPADE aplicada en el segundo semestre del 2024, solo el 36.8% considera que es un buen momento para invertir, una caída de 17.6 puntos frente al 54.4% registrado en la misma encuesta pero aplicada al inicio del año. Además, el 43.8% de los encuestados teme que las elecciones en Estados Unidos impacten negativamente la economía mexicana.
Sin embargo, los datos también muestran oportunidades para la comunidad empresarial. Por ejemplo, el 48.3% de los empresarios identifica el nearshoring como una estrategia clave para aprovechar el reordenamiento de cadenas de suministro globales. Este entorno desafiante exige que los empresarios evalúen riesgos de manera meticulosa, distinguiendo entre amenazas reales y riesgos con poca probabilidad de ocurrencia.
Confianza personal: el último bastión del optimismo
El estudio revela un panorama interesante y contrastante. Al evaluar el optimismo en tres dimensiones fundamentales —personal, empresarial y nacional—, destaca que los empresarios mexicanos mantienen mayor confianza en sus objetivos personales frente a los empresariales y nacionales en las últimas tres ediciones de la encuesta. Los últimos niveles de optimismo reportados en la encuesta más reciente son, en una escala de 10:
1. Optimismo respecto a objetivos personales: 7.4
2. Optimismo respecto a objetivos empresariales: 7.2
3. Optimismo respecto a los objetivos nacionales: 5.8
Este fenómeno revela una tendencia clara: Los empresarios muestran mayor confianza en sus capacidades individuales, resaltando su resiliencia frente a un entorno empresarial y nacional incierto. Aunque el optimismo personal también muestra una ligera caída en la última encuesta realizada en septiembre y octubre de este año, sigue siendo el nivel más alto de los tres rubros, lo que resalta la resiliencia de los empresarios como individuos. Este hallazgo, está en línea con la teoría de los círculos concéntricos, ampliamente comunicado por Carlos Llano Cifuentes, fundador del IPADE. En resumidas cuentas, las personas somos más responsables de aquello que nos es más cercano. Nuestro primer círculo de responsabilidad es con nosotros mismos, posteriormente nuestra empresa u organización, y finalmente nuestra sociedad. Nuestros egresados muestran más optimismo con aquello que les es más cercano.
Gestión de riesgos: el arte del liderazgo empresarial
Evaluar correctamente los riesgos distingue al empresario como líder. Para el 72.1% de los empresarios, la estabilidad macroeconómica se alcanzará después de 2025, reflejando la percepción generalizada de volatilidad económica en el futuro cercano.
En tiempos de incertidumbre, el empresario no solo es un actor económico, sino un agente de cambio que, al enfrentar riesgos con audacia y prudencia, convierte la incertidumbre en oportunidades, impulsando el bienestar de sus organizaciones y comunidades. Liderar en tiempos de miedo no significa evitar el peligro, sino enfrentarlo con claridad, determinación y un propósito transformador. Los empresarios que convierten el riesgo en motor de cambio no solo aseguran la viabilidad de sus organizaciones, sino que impulsan el progreso de sus comunidades.
Publicado originalmente en Forbes