La actividad económica en los Estados Unidos se ha visto deteriorada en los últimos meses, sobre todo en el último trimestre del año, ya que se confirmó una caída en el PIB del 1.5%. En este segundo trimestre aún no tenemos las cifras, pero algunas estadísticas como la del Banco de la Reserva Federal de Atlanta nos indican que hay otra caída del mismo porcentaje, con lo que se estaría concretando un semestre con una contracción económica, es decir, una probable recesión en los próximos meses.
Hay otro factor importante que tiene ver con el alza de la inflación en los fechas recientes, momento que muchos analistas aseguraban que iba a ser un fenómeno temporal como consecuencia de la oferta, y que se solucionaría cuando las cadenas de suministro se fueran regulando. Lamentablemente se ha visto que no será así.
La inflación ha sido mucho más duradera de lo que los analistas esperaban en Estados Unidos, con lo cual la Reserva del Banco Federal se ha visto presionada para aumentar las tasas agresivamente. Lo que harán estas medidas es restringir más la demanda agregada y crear una política monetaria restrictiva, así como frenar la economía. De tal modo, la inflación se les ha salido de las manos.
Lo que tienen que hacer es seguir aumentando las tasas de interés, pero es un enorme riesgo hacerlo en un entorno en donde hay una caída económica, además de haber creado una enorme burbuja de deuda. Este endeudamiento y apalancamiento que es consecuencia de la pandemia se ha incrementado de manera importante ya que de esta manera se incrementa el costo financiero del gobierno.
Actualmente Estados Unidos tiene tasas negativas de alrededor del 7% y 8%, que son parte del fortalecimiento para seguir manteniendo el interés a pesar de la caída económica; sin embargo, el riesgo es que se puede experimentar un periodo realmente extendido de inflaciones altas y que no necesariamente vendrán acompañadas de una robusta actividad económica.
Estamos observando claramente los efectos de estas políticas. Antes de la COVID-19, la reserva federal era de 3.7 billones de dólares y actualmente es de 9 billones, lo cual habla de una expansión monetaria sin precedentes que trata de responder a un gasto completamente desbordado del gobierno federal, lo cual puede resultar sumamente problemático.