En el caso de Theranos o de otras empresas, es muy frecuente encontrar conductas negativas, cada vez esto es más común a pesar de todas las regulaciones a nivel internacional. Aquí es donde entra una propuesta reciente de un estudio del profesor Wasserman de Harvard Business School, que debería provocar la reflexión sobre la sostenibilidad del entorno empresarial. Viéndolo de manera amplia frente a contextos como el de Theranos, en el que podemos ver con realismo que difícilmente una sola persona logra cometer estas conductas de gran impacto nocivo para el entorno empresarial. También propone conductas muy concretas que nos puedan ayudar a darnos cuenta de cómo podemos evitar convertirnos en cómplices.
Wasserman propone las siguientes conductas para evitar caer en complicidades:
1) Desarrollar conciencia y educar de manera ética en las empresas. Puede parecer algo trivial, pero no lo es. Tener conciencia de que tú y yo somos falibles, de que tú y yo podemos no solo ser el gran protagonista como Elizabeth Holmes, sino un cómplice tras bambalinas, nos despierta la capacidad de estar atentos a las distintas acciones y también de identificar estos perfiles de complicidad. Nos puede ayudar a preguntarnos: en esta acción, en esta decisión que estoy tomando ahora, ¿estaré siendo cómplice de algo negativo, de una conducta que no quiero, de una conducta que reste a la sostenibilidad empresarial?
2) Fomentar una cultura de transparencia y rendición de cuentas. Afortunadamente, en nuestro tiempo podemos aprovechar todos estos mecanismos que ayudan a que haya seguimiento, a que los números sean accesibles y a que se puedan hacer preguntas. Las líneas de denuncia ayudan precisamente a tener un monitoreo entre personas. De tal manera que, si ante determinada presión nos estamos inclinando por actuar de manera negativa, en una cultura de transparencia, finalmente tendremos la conciencia de que esto que voy a hacer ahora podrá ser visto mañana o en un minuto por todos.
3) Implementar líneas de denuncia seguras y de protección a aquellos que denuncian. Volvemos con esto a las éticas en línea, que permiten denunciar de manera anónima las conductas negativas. Porque en más de una ocasión, como en el caso del perfil de los seguidores de órdenes, no se denuncia precisamente por temor a la represalia de aquellos que tienen mayor poder dentro de la empresa. Cuando nosotros tengamos mecanismos asegurados para poder denunciar este tipo de acciones, las personas serán más propensas a denunciar estas conductas dentro de las empresas.
4) Evaluar y reformar los incentivos. Esto resulta bastante interesante y es uno de los retos más grandes que nos lanza Wasserman, porque muchas veces nos quejamos de este tipo de conductas y fraudes ocupacionales, viendo cómo se incrementan año tras año. Los estímulos deben alinearse con las expectativas reales, por lo tanto, debe haber una alineación de los incentivos y las políticas con la identidad y la integridad de la propia empresa.
5) Promover un liderazgo. Definitivamente, todos dejan de ser mecanismos que ayudan a evitar. Pero quizá el mayor referente sigue siendo el ejemplo, principalmente de los equipos de alta dirección, tanto de la mujer como del hombre de vértice. Porque, aunque las políticas apunten hacia un lado, y aunque tengamos líneas de denuncia segura, y aunque pongamos todos estos medios externos e internos, el ejemplo de la alta dirección será el que termine por arrastrar la cultura de la empresa. Ahí es donde nos jugamos la sostenibilidad y el liderazgo.