Los momentos vividos en este tiempo son un todo en sí mismos y conllevan una plenitud que hace que no les falte nada. Están llenos- plenos-. Llenos porque hacemos lo que hemos de hacer en comunión con la voluntad divina. Llenos de nuestra presencia ante la persona con quien nos encontramos; los realizamos con calma y poniendo toda nuestra atención y nuestro corazón en aquello que realizamos. Este tiempo, insiste Phillipe, se vive en comunión con la eternidad; no lo programamos (de hecho, no podemos vivirlo a menos que procuremos desprendernos de nuestros planes); más bien, lo acogemos.
Hugo Cuesta Leaño
CEO de Cuesta Campos Abogados y conferencista invitado de IPADE