En realidad, el miedo es una experiencia con la que ya estamos familiarizados. Sabemos qué sucede cuando este miedo comienza a generarse. A veces, sale de control y se convierte en una situación puntual explosiva que no podemos manejar.
El pánico está relacionado con una reacción en la que la voluntad y la inteligencia quedan completamente rebasadas por el descargo emocional. En otras palabras, la mente y lo que sucede se entrelazan. Por ejemplo, cuando hay un incendio en un lugar público, las personas corren y hacen lo posible por escapar. El ataque de pánico ocurre cuando alguien enfrenta una situación de miedo constante, como la posibilidad de perder el trabajo o tener deudas. En ese momento, se siente atrapado ante una realidad que puede generar un enorme potencial de pánico, paralizando y provocando comportamientos que los demás no entienden.
En la oficina, el pánico también puede manifestarse. Por ejemplo, cuando tenemos una junta con alguien a quien le tenemos miedo. Es una sensación física que se manifiesta debido a la percepción de la situación. En el tráfico hacia el trabajo, esta angustia puede ser aplastante y constante.