Es sumamente importante establecer una gobernanza clara en el ámbito de la inteligencia artificial (IA). Necesitamos una política que nos indique lo que se puede hacer, lo que no se debe hacer y cuáles herramientas están permitidas.
La IA actual es como un bebé; en 10 años, será mucho más avanzada. El aprendizaje continuo será fundamental para navegar esta transición laboral. La IA permea nuestra forma de trabajar y su evolución es cada vez más rápida.
La clave para seguir siendo empleables y relevantes en este contexto es el aprendizaje continuo. Debemos ser capaces de utilizar estas tecnologías emergentes de manera segura y eficaz.
El primer paso para establecer una gobernanza en el uso de la IA es asegurarnos de que la alta dirección comprenda el tema y las necesidades de la empresa para crear una política al respecto.
El segundo paso implica considerar la industria y sus riesgos para implementar la regulación adecuada. En todos los casos, es fundamental dejar claro y por escrito que no se debe alimentar a la inteligencia artificial ni a su modelo con información sensible, confidencial, datos de clientes o propiedad intelectual.
El aspecto ético de la IA es crucial, ya que refleja a sus creadores. Si alimentamos los modelos de IA con datos sesgados, estos reflejarán ese sesgo y podrían promover la iniquidad.
Además, es importante reconocer que la inteligencia artificial no siempre proporcionará resultados perfectos; puede cometer errores. Debemos entender que las respuestas no siempre serán perfectas.